De lo sensorial al autoconocimiento.Las intervenciones de Ana Torrent en cine y televisión

  1. REYES NUCHE, MARÍA DE LA LUZ
Dirigida por:
  1. Pedro Poyato Sánchez Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Córdoba (ESP)

Fecha de defensa: 03 de mayo de 2022

Tribunal:
  1. Agustín Gómez Gómez Presidente/a
  2. Ana Melendo Cruz Secretario/a
  3. Manuel Jódar Mena Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

1. Introducción o motivación de la tesis La carencia de estudios sobre el panorama del actor español nos ha llevado a la necesidad de investigar a una actriz contemporánea como Ana Torrent (Madrid, 1966), y servirnos de ejemplo para intercambiar el punto de vista extrafílmico con el que frecuentemente se plantea el trabajo actoral en la cinematografía de nuestro país; y valorizar a partir de unas estructuras científicas de carácter textual los distintos procesos en los que se embarca el intérprete para desarrollar su propio estilo y convertirse en modelo de transformación de su tiempo. Siempre bajo el yugo de la figura del cineasta o productor, el actor ha sido relegado a ser un instrumento más que un creador, con la independencia de elegir sus propios personajes y tener unos rasgos de estilo propio adaptables a cualquier género, director y medio donde exhibirse. A través del análisis textual de algunos de los trabajos de Torrent en el cine, teatro y televisión, en este estudio nos acercaremos a ese mundo desconocido en el campo científico del actor independiente de intermediarios: productores, directores,… para dar cuenta de sus habilidades sensoriales junto a las aprendidas en su formación en las artes dramáticas que dan como resultado su autoconocimiento en la profesión y que la llevan a ser consciente de su aportación personal a los proyectos a participar. Por ello, a lo largo del presente trabajo se pondrá en valor el recorrido de Ana Torrent (Madrid, 1966) y como el título indica, desde lo sensorial al autoconocimiento su trayectoria interpretativa será definida entre estas como etapas. El primer período considerado de anclaje desde su lanzamiento cinematográfico como co-protagonista, junto a Isabel Tellería en El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973) hasta el reaprendizaje, aún vigente, dado a otros formatos como el televisivo con Amar es para siempre, a partir de donde comenzó a residir nuestro interés para este estudio. De acuerdo a una actitud de distancia y aproximación con su mirada en el panorama cinematográfico tras su concepción como icono del nuevo cine patrio, hasta la disolución autónoma de esos moldes condicionantes para redirigirse como actriz y posicionarse en el compromiso de emitir pequeñas realidades a través de sus personajes sin importar el medio audiovisual. Gracias a los parámetros palindrómicos presentes a lo largo de su carrera, desglosaremos estas y otras etapas intermedias como la consciente y disciplinar para advertir en profundidad con el apoyo de sus trabajos más y menos destacados por lo mediático en su filmografía la apología de su intuición en la pantalla y el avance de su técnica. De modo que consideramos de interés en este campo científico explorar en su totalidad el desarrollo de esta actriz con el fin de proponer más estudios de este carácter e iniciar una nueva vía de investigación que no sólo aluda al actor en las tablas del teatro; sino bajo la escritura fílmica y el lenguaje cinematográfico liberado de la palabra y permisos del cineasta. 2. Contenido de la investigación Con la intención de que la trayectoria de Ana Torrent sea prevista en un modelo de transición común del actor contemporáneo patrio de las últimas décadas de finales del s. XX- principios del XXI. En este estudio arrancaremos con un marco teórico dedicado al actor español con el fin de analizar su situación en la sociedad y su traducción de la escena a la pantalla tras una larga historia de la comicidad en nuestro país. Pues en un entorno no arraigado al cine, para alcanzar el lenguaje pleno en pantalla, el nuevo actor se desarrollará entre las huellas latentes de la identidad y mensaje sociopolítico del contexto. Por lo que ha sido necesario señalar en distintos períodos, desde el cine silente hasta el Nuevo cine español, aquellos actores, y en ocasiones junto a sus directores, las pistas que han marcado para advertir la transformación de esta actriz en nuestro país con sus intervenciones y determinar el lugar ocupado por Torrent desde su intervención en El espíritu de la colmena. Ya que no sólo remite como icono aperturista cinematográfico del movimiento; sino que se distinguirá del resto de actores de su generación por el desarrollo continúo de su profesión no solo en el cine, sino también en el medio televisivo u otros formatos como el cortometraje o museo. Por ello, a continuación abarcaremos etapa tras etapa de lo sensorial al autoconocimiento, para definir en períodos la consciencia y desarrollo por la profesión actoral En lo sensorial, partimos desde la ópera prima de Erice para plantear en plena etapa de Transición española, el intercambio de modelo de niño en la pantalla que con las intervenciones de Ana Torrent e Isabel Tellería van a producirse. Por ejemplo, lejanas al modelo “prodigioso” de la malagueña Marisol con Ha llegado un ángel en donde la conversión de fenómeno se traduce al hecho del cine como ilusión vigente en la inocencia sobre todo de Torrent para incentivar la sensorialidad que la convertirán en icono de la pantalla no sólo nacional; sino internacional. Lo cual la llevarán a ser adecuada a lenguajes tan universales como la fotografía, como técnica visual que condensa la memoria y el tiempo como en los relatos de Saura predispondrá convertida en modelo discursivo de Cría Cuervos y Elisa, vida mía, tras la grandeza de sus ojos. Aunque explícitamente esta iconicidad en un carácter forastero augurará el que sea más adelante en el panorama cinematográfico europeo, ese modelo de iconicidad estable acuñado por el especialista Benet, reconvertido en este estudio a modelo icónico narrativo por ser Torrent en Operación ogro escogida por Gillo Pontecorvo para infundir los mismo valores de identidad y raíz por los que se convirtió en un mito prematuro de nuestra cinematografía. Sin nombre, pero con denominación inscrita en el territorio vasco, la actriz reiterará a lo largo de su carrera unos personajes con características comunes trascendiendo en su paso inicial por el séptimo arte, neutral en cuanto a los tópicos regionales y roles entre sexos. Prueba de ello se dará cabida en una transformación clave en la consciencia de Torrent sobre su presencia en la pantalla, acorde a su crecimiento natural. Puesto que, de niña a mujer su naturaleza aún contingente a no derivar por parte de los creadores a que estile más prueba que la de ese intercambio a la juventud y a generalizar sus intervenciones, tanto patrias como alemanas, en parámetros de atracción y sexualidad. Una situación acentuada por unos ámbitos rurales afines a lo social y afiliados a la iconicidad desde El espíritu…, como en El nido, donde Torrent pondrá en conocimiento unas dotes a exaltar con posterioridad en la escena y dará una nueva significación los parajes nacionales, antes tenebristas; y para una pre-adolescente una continuación de un camino arraudado por su padre Luis Torrent, pero incentivado para su finalidad como profesional en el medio por su mentor Erice. Desde los cuales, sus expresiones cobrarán un sentido propio a desarrollar a través de una técnica depurada y a postularse al margen de las percepciones que la prensa o los medios de comunicación anticipan sobre su permanencia y validez tanto en cine como en televisión. Sin embargo este intercambio de medios le permitirá durante su formación, experimentar y poner en práctica lo aprendido en una etapa disciplinar contemplada desde las enseñanzas de las Escuelas de Cristina Rota y Uta Hagen. Con vistas a proyectar con fluidez sobre todo en los trabajos enmarcados en la etapa de los noventa, como de la primera academia incidir sobre la idea de evolucionar su Yo para posicionarlo en cualquier personaje y reaprender de las costuras desde lo sensitivo despertando tantas personalidades como la cámara pueda amparar de la complejidad de sus dignatarios en cada relato. Un planteamiento de situación que podemos prever en Vacas (Julio Medem, 1992) y en Tesis (Alejandro Amenábar, 1996), al modular su naturaleza a un carácter naturalista a partir del naturalismo trabajado por Zola desde el teatro, como el procedimiento para redimir unos ápices empáticos con el entorno como el del animal bovino permitiendo integrarse como significante de la propia zona vasca. De igual manera que desde Rota Torrent en Tesis debe poner a través de una serie de cuestiones la trama en la expresión de su personaje al intercambiarse de aquellos dispositivos vinculados a lo que Aracelli Melli define el mundo pantalla contiguos la transacción de cine y teatro, experimentado y presente en Torrent en El nido (Jaime de Armiñán, 1980). Mientras que su paso por tierras neoyorquinas en la HB Studio supondrá comprometerse con el contexto tanto de su generación como origen y establecerse como actriz en unas directrices sociales esclarecedoras antes los conflictos a tratar. En las cuales tendrá que postularse a preservar conscientemente unos atributos para descubrir otros en su madurez que le reorganizar esa talante sensorial de niña a mujer en esta última etapa a trabajare de la trayectoria de Torrent, de autoconocimiento. Sobre todo en el comienzo de la primera década del s. XXI, en donde, a través de la reencarnación y tarea de reserva al interpretar a la primera mujer militante de la banda terrorista ETA, Mª Dolores González Katarain más conocida como Yoyes le servirán para definir su continuidad en la cinematografía a golpe social vinculando ética y estética como un acuerdo en su labor como actriz de promover la coherencia entre las partes de las figuras sociales. Pues, aún arraigada Yoyes (Helena Taberna, 2000) a su origen vasco y condición política, estila los mismo valores de responsabilidad para su intimidad concerniente a uno parámetros universales como los infundidos por Erice desde El espíritu de la colmena y veremos una vez más en Ana, tres minutos (Víctor Erice, 2011). Disfrazada de Antígona, Torrent remitirá al espacio superficial que conforman las redes para alertar mediante su propia proyección en la pantalla digital -al igual que predispuesta en la pantalla de agua con seis años- la frontera existente entre lo ficcional y lo real en esa evocación colectiva de auxilio ante los acontecimientos del tsunami en Hiroshima en 2011. Un movimiento ataviado por un maternalismo acorde a sus últimos trabajos entre la encarnación y el deber por advertir los pros y vicisitudes empáticas para el espectador ante cualquier contexto a representar. Lo cual no interferirá para Torrent en escoger una serie de sobremesa como Amar es para siempre para desnaturalizar el modelo de personaje que hasta entonces había reiterado en su carrera, bien por sus raíces vinculadas con el entorno vasco, o bien por establecer unos vectores de transformación en el género sobre femenino en cuanto a su rol en la sociedad. Pues será desde Rosalía Feijó desde quien atavíe los entresijos del panorama franquista a partir de las injusticias propuestas en el relato concernientes a su hijo preso (Javier Pereira) por las malversaciones de la empresa familiar. Torrent hasta entonces posicionada en sus papeles a emprender un punto de partida libertario, convocara su origen en el transcurso de los acontecimientos sociopolíticos marcados en el contexto de finales de los sesenta. Una especie de protección que José Carlos Somoza atribuirá al modo en que Shakespeare marcaría la personalidad de Lady Macbeth en su renuncia por la vulnerabilidad del sexo y la aplicación del poder a través de una imagen creada del prototipo político.Por ello en este último tramo, el Unsex nos permitirá descubrir ese equilibrio de Torrent entre las fronteras del thriller y la parodia, como estilo frecuente de afrontar el panorama social en la pantalla nacional en distintos formatos como el cortometraje o museístico, como La Ropavejera (Nacho Ruipérez) o Imperio I (Matías Umpiérrez). Y que la harán replantear en una afiliación con la palindromía de su nombre experimentar esa labor de actriz desde otros registros que le permitan volver afrontar el cine desde el juego, como la comedia. 3. Conclusión Este estudio se inscribe en los estudios de campo del actor, tanto nacional como internacional, pero sin recurrir al modo sensacionalista con el que frecuentemente se insiste al tratarlo. Ya que la adaptación del actor al medio cinematográfico no supone un hecho a poner en valor en nuestro país, debido a la fuerte herencia escénica arraigada por sagas familiares de actores; y por la creencia esotérica de nuestra identidad de advertir al artista nato desde su propia naturaleza y no por la manera técnica y el enfoque hacia el trabajo de sus personajes. De modo que el profundizar en la carrera de una actriz como Ana Torrent es dar parte de la existencia de un creador que, tras un proceso de formación corporal e intelectual, se configura así mismo tanto para el pleno control de sus facultades, como ampliar su capacidad creativa innata en la escena; y ponerse al servicio de cualquier obra, formato y director de su tiempo. La educación y la cultura son los factores que hemos tenido en cuenta, para mostrar su función como medios transmisores efectivos que afloran el interés por la profesión del actor cinematográfico en el niño, y auguran una permanencia en el medio. Pues, Torrent constata en la actualidad desde su primera intervención en El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973) cómo estos parámetros pedagógicos, han construido una base de conocimiento esencial donde el cine como experiencia se convierte, tras su curiosidad capturada por la cámara, en el reflejo del mundo; y no mediante la prodigiosidad efímera con la que habitualmente el infante intérprete era forzado para salir en la gran pantalla. De modo que lo actoral en la figura del niño, siempre en continuo crecimiento de sus habilidades innatas, supone una aproximación directa y práctica de conocimiento sobre las cuestiones tanto orgánicas y esenciales en su desarrollo corporal e intelectual por cuanto, una vez en el campo el cine, se convierte en imagen y referencia. Por tanto, la mirada de Ana Torrent, exaltada en la historia del cine español como un rasgo estético a diferenciar del resto de nuestro star system, resulta como hemos comprobado, bajo parámetros teóricos de la escritura fílmica, por un lado, el medio narrativo esencial para hallar la verdad de lo ficcional en el relato, como es el caso de las obras de Carlos Saura Cría Cuervos (1976), o Elisa Vida mía (1977). Y por otro lado, uno de los aspectos primarios que junto con los adquiridos desde su formación en la profesión va a distinguir las etapas sensoriales y de autoconocimiento. Períodos en los que al igual que sus antecesores, como hemos previsto en un amplio marco teórico sobre el recorrido del actor español previo al nuevo modelo que ejercerá Torrent de niña durante la Transición. Su carrera ha discurrido marcada por el desarrollo de su conciencia por esta profesión de actor hasta obtener el compromiso que implica no sólo a su unidad como actriz, sino a la repercusión de sus trabajos en la sociedad. Y que en su mayoría, estos proyectos propulsados bajo la dirección de nuevos puntos de vista, estarán acordes a la actualidad en los Torrent los lleve a cabo. Por ello, su madurez en la interpretación y retrospección de su Yo tantas veces acusativo y motivo de estudio en su disciplina interpretativa, desde Rota a Hagen, le harán tomar consciencia de sus propias herramientas y capacidades hasta considerar retomar desde el conocimiento la sensorialidad por su profesión desde la misma pantalla que la concibió. Como resultado de estas afecciones, Ana Torrent desde esta perspectiva que hemos planteado, prevalece considerándose un ejemplo de permanencia en el medio por cuanto ha dedicado en su trayectoria profesional a explorar más allá del campo actoral hasta nuestros días, y le permiten continuar adaptándose a la renovación de nuevos códigos del lenguaje tanto escénico como cinematográfico al despliegue de sus virtudes interpretativas. 4. Bibliografía AGUILAR, J. (2013). Los niños prodigios del cine español. Madrid: T& B Editores. AGUILAR, S. y CABRERIZO, F. (2019). La Codorniz: de la revista a la pantalla (y viceversa. Madrid: Ediciones Cátedra. BENAVENTE, F. y SALVADO CORRETGER, G. (2013) Poéticas del gesto en el cine europeo. Barcelona: Intermedio & Grupo Cinema UPF. BENET V.J. (2017). “Tipologías del estrellato durante el franquismo: algunas fórmulas dominantes”. Revista Cinema Comparat/ive Cinema, Volumen V, nº 10. El star system desde Europa: actualidad de los Star Studies. 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