Perfil de los hombres cuidadores familiares en Sevilla y Cádiz. Características de sus cuidados
- Torres Enamorado, Dolores
- Rosa Casado Mejía Zuzendaria
Defentsa unibertsitatea: Universidad de Sevilla
Fecha de defensa: 2017(e)ko iraila-(a)k 25
- María Jesús Cala Carrillo Presidentea
- María J. Albar-Marín Idazkaria
- Attracta Lafferty Kidea
- Rafael del Pino Casado Kidea
- Concepción Germán Bes Kidea
Mota: Tesia
Laburpena
El cuidar siempre ha sido una actividad naturalizada y ligada a la historia de las mujeres. Actualmente, se están desarrollando cambios que reducen la disponibilidad de la red asistencial femenina produciendo un aumento de la probabilidad de que la responsabilidad de los cuidados, a nivel familiar, recaiga sobre los varones. En España, en las últimas décadas se está produciendo un aumento considerable en la demanda de necesidad de cuidados en personas dependientes y se prevé que ésta situación siga aumentando a causa de los cambios en el ámbito demográfico, económico y/o social.; estamos ante un envejecimiento del envejecimiento. La cifra de hombres encargados del cuidado a nivel familiar tiende a incrementarse. Sin embargo, se desconoce si esta incorporación a los cuidados se corresponde con una situación más igualitaria en el entorno de prestación de cuidados a nivel familiar. Nuestro estudio se centra en el estudio de la situación de cuidados que tiene al varón como cuidador principal. Partimos de la hipótesis de que el perfil del varón cuidador familiar presenta unas característica similares a la mujer cuidadora pero sin influencia de mandatos de género, cuida con más ayuda, por decisión propia o porque no haya una mujer disponible. El cuidado tiene un impacto menor en su salud y ve menos afectada sus relaciones de ocio. Por lo que nos planteamos como objetivos: el determinar el perfil y las características de los cuidados, analizando las posibles diferencias en función de procedencia rural o urbana, analizar las repercusiones de la situación con perspectiva de género y aproximarnos las relaciones que establecen con la persona dependiente, los familiares y con el sistema sanitario y sus profesionales. Hemos utilizado una metodología mixta, en concreto un diseño de triangulación concurrente puesto que lo que pretendemos es aprovechar las ventajas o potencialidades de cada método minimizando las debilidades y corroborando resultados entre datos cuantitativos y cualitativos. Se realizó un cuestionario a 242 hombres cuidadores familiares de la provincia de Sevilla o Cádiz capital seleccionados, a partir del censo de personas cuidadoras a mayores de 65 años del Servicio Andaluz de Salud, mediante un muestreo aleatorio y estratificado por distritos sanitarios. Así mismo se realizaron 29 entrevistas en profundidad a cuidadores seleccionados mediante un muestreo teórico o intencionado definiéndose como criterio de segmentación la estrategia de cuidados, la pertenencia a ámbito rural o urbano y la edad. Para completar la visión de la situación incluimos 4 grupos de discusión a profesionales de Medicina, Enfermería y Trabajo Social. Los criterios mínimos de homogeneidad partieron del grupo profesional y la provincia y, como criterios de heterogeneidad el sexo, la categoría profesional, el ámbito de trabajo o el tiempo trabajado. A partir de la triangulación (fuentes, investigadoras, técnicas, disciplinas) de los resultados obtenidos, se obtuvieron las siguientes conclusiones: El hombre cuidador es un varón urbano de unos 63.07 años que cuida a una única persona perteneciente al género femenino, casado y familiar de primer grado de la persona cuidada. Posee estudios básicos, no tiene experiencia en cuidados y no ha participado en talleres formativos. Jubilado o desempleado, que convive con la persona cuidada, lleva cuidando unos 9 y emplea una estrategia de cuidados exclusiva. El 50.8% esta sobrecargado. Los hombres cuidadores entienden los cuidados como una actividad integral de suplencia y acompañamiento, teniendo presente cuidados relacionados con el ámbito afectivo y emocional y consideran el entorno familiar como el más idóneo para los cuidados al final de la vida. Fomentan la autonomía en la persona dependiente como estrategia de autocuidados e intentan conservar su tiempo y ocio. Existe un rechazo generalizado a la institucionalización de la persona dependiente por profesionales, personas dependientes y cuidadores, alegando sentimiento de abandono o de poco cuidado afectivo. Solo contemplan esa opción en casas de demencia avanzada. Prefieren ayuda femenina, perpetuando la división sexual de tareas y las desigualdades de género. Los mayores de 65 años suelen delegar actividades básicas de la vida diaria y mostrar actitudes menos igualitarias. Todos los hombres cuidadores tienen algún tipo de ayuda. La mayoría la reciben de alguna mujer del entorno familiar (85%) sin remuneración a cambio (64.5%). Cuando la ayuda procede de otro hombre va más enfocada a reforzar los momentos de ocio y no tanto las tareas del cuidado. La ayuda vecinal está más presente en entornos rurales. Las ayudas procedentes de la LAPAD son muy demandadas, pero solo la reciben en torno a la mitad de los cuidadores que la solicitan. Las más solicitadas son la Prestación Económica y el Servicio de Ayuda a Domicilio. Un 38.8% percibe su salud como “buena”. La percepción del nivel de salud y la limitación en el área física o emocional se relacionan con la presencia de sobrecarga.