Importancia de la cubierta vegetal herbácea en el control natural ejercido por Chrysoperla Agilis (Neu., Chrysopidae) sobre la generación carpófaga de Prays Oleae (Lep., Praydidae
- Civantos Ruiz, M.
- Gómez Guzmán, J.A.
- Sáinz Pérez, M.
- González Ruiz, R.
ISSN: 1131-8988
Año de publicación: 2017
Título del ejemplar: El olivar: retos de la sanidad vegetal e innovación tecnológica
Número: 293
Páginas: 153-155
Tipo: Artículo
Otras publicaciones en: Phytoma España: La revista profesional de sanidad vegetal
Resumen
Clásicamente, los estudios realizados sobre la entomofauna del olivar han indicado a Chrysoperla carnea (Stephens, 1836) sensu lato (Neuroptera: Chrysopidae), entre los principales depredadores entomófagos, ejerciendo un importante papel en el control de una amplia gama de cultivos y fitófagos (áfidos, moscas blancas, trips, microlepidópteros y ácaros (Principi y Canard, 1984), e igualmente en el olivar (Prays oleae, Saissetia oleae, Margaronia unionalis…). No obstante, el estatus taxonómico ha cambiado recientemente (Bozsik y González Ruiz, , 2006; Bozsik y González Ruiz, 2009), por cuanto en la actualidad se considera integrada por un complejo de especies crípticas: 1) Ch. affinis (inicialmente Ch. Kolthoffi); 2) Chrysoperla lucasina (Lacroix, 1912); 3) Chrysoperla carnea sensu stricto (o Chrysoperla pallida) y 4) Chrysoperla agilis sp. nov. Los estudios realizados recientemente indican la presencia de las cuatro especies del complejo en los olivares andaluces, si bien Ch. agilis es la especie predominante (>90 %) y la principal responsable de la depredación oófaga sobre Prays oleae (Bozsik y González Ruiz, 2009). La implantación de cubiertas herbáceas constituye una de las principales innovaciones recientes en olivicultura. Este tipo de olivares representa aproximadamente el 40% del total en Andalucía, y su importancia aumenta paulatinamente. Si bien su implantación se ha recomendado como una medida destinada a limitar la erosión edáfica, no cabe duda de que en concordancia con los estudios preliminares debería proporcionar un incremento notable de la actividad de los enemigos naturales, y en particular de los crisópidos (González Ruiz y col., 2006; González Ruiz y col., 2009; Civantos Ruiz y col., 2011).