Psico-oncología e indefensión aprendidaun estudio clínico
- Martinez Valero, Carmen
- Antonio Maldonado López Director/a
- Joaquín Belón Codirector/a
- María del Carmen Fernández Santaella Codirector/a
Universidad de defensa: Universidad de Granada
Fecha de defensa: 18 de febrero de 2011
- Miguel Pérez García Presidente/a
- Humbelina Robles Ortega Secretario/a
- María Pilar Cobos Alvarez Vocal
- Elisabeth Ruiz Padial Vocal
- Rosario del Moral Ávila Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
Está científicamente probado el tremendo impacto biológico, psicológico y social que conlleva padecer cáncer (Boini y col., 2004; Holland y col., 2010). El elevado número de personas que padecen esta enfermedad ha hecho que se convierta en un gran problema de nuestra sociedad, ya que supone cambios importantes en la vida social, profesional, familiar y personal del enfermo/a. Numerosos estudios ponen de manifiesto la influencia de los factores psicológicos, no sólo en la calidad de vida, sino también en el proceso patognómico de los enfermos de cáncer (Ritterband y Spiegel, 2003) y, en los últimos años, ha aumentado la sensibilidad de los profesionales de la salud hacia la ayuda psicológica en este tipo de pacientes. El diagnóstico de cáncer a menudo conlleva alteraciones psicológicas, sobre todo se ha relacionado con trastornos de ansiedad y depresión (Breitbart, 1995). Algunos estudios señalan que el tratamiento efectivo de los factores psicológicos alterados mediante técnicas cognitivo-conductuales (Greer y col., 1991; Edelman, 1999; Jacobsen, 2009) produce una mejoría, no sólo en los aspectos psicológicos, sino también en la calidad de vida de las personas con cáncer, y muy probablemente, también en el propio estado patognómico (Newport y Nemeroff, 2004; Andersen y col., 2007). Diferentes autores (Asadi-Lari, y col., 2004; Barroilhet, y col., 2005) señalan la necesidad de contar con un modelo de orientación patogénica que proporcione una explicación plausible de los trastornos psicológicos que con más frecuencia presentan los pacientes oncológicos: trastornos adaptativos, trastornos depresivos y trastornos de ansiedad. Determinar qué subgrupos de la población oncológica presentan mayor riesgo para el desarrollo posterior de trastornos del estado del ánimo, permitirá priorizar planes de intervención psico-oncológica para tal población (Osborne, y col. 2006). Además, conseguir este objetivo supondría contar con explicaciones científicas para la etiología, predicción, prevención y tratamiento terapéutico de los trastornos emocionales asociados a las enfermedades crónicas, entre ellas, el cáncer. Desde esta perspectiva, el modelo de la Indefensión Aprendida, desarrollado en el ámbito de la investigación psicológica, permite estudiar las reacciones psicológicas ante experiencias traumáticas, resaltando la importancia de los factores cognitivos en los trastornos psicológicos, sobre todo en trastornos emocionales cuyos componentes principales son la ansiedad y la depresión (Peterson y col., 1993). Según dicho modelo, la exposición a una situación aversiva incontrolable, como ocurre cuando a una persona se le diagnostica cáncer, genera una serie de alteraciones psicológicas relacionadas con la depresión y la ansiedad que afectan al sistema motivacional (apatía y falta de incentivos), cognitivo (expectativas negativas) e incluso físico (decremento del sistema inmunológico). Dicho modelo ha sido validado en el ámbito clínico (Peterson y col., 1993), en situaciones sociales, como en el caso de fracaso escolar (Peterson y Seligman, 1984; Ramírez y col., 1992), e incluso en estudios animales (Visinteiner y col., 1982). En la presente investigación proponemos que el modelo cognitivo de la Indefensión Aprendida puede ser también adecuado para estudiar los estados ansiosos y depresivos que experimentan un alto porcentaje de pacientes con cáncer, y que son consecuencia de la pérdida de control respecto a la salud y a la propia vida que tienen muchos de estos pacientes (Seligman, 1974; Meseguer, 2003). Investigaciones como la de Visinteiner, Volpicelli y Seligman (1982) demostraron la existencia de un incremento en el desarrollo tumoral en ratas a las que se les había provocado indefensión aprendida; además, en la misma investigación, demostraron que, si se inmunizaba contra dicha indefensión, se producía un decremento del desarrollo tumoral. De esta manera, las conclusiones del estudio fueron, por una parte, que la inducción de un estado de indefensión alteraba el funcionamiento del sistema inmunológico produciendo un mayor desarrollo tumoral y, por otra, que las ratas previamente inmunizadas contra la indefensión no desarrollaban el tumor. De este tipo de estudios se puede deducir que el aprendizaje de habilidades de afrontamiento permite una mayor adaptación a las situaciones aversivas, como puede ser el diagnóstico de cáncer en las personas que lo padecen. Conocer los efectos negativos de la indefensión y los efectos positivos de la inmunización en las personas con cáncer, podría ayudar a predecir el tipo de afrontamiento a la enfermedad de cada persona y supondría un avance en la intervención psicológica que estas personas (incluso los familiares) necesitan. Además, éste puede ser un marco adecuado para la explicación, diagnóstico, tratamiento y prevención de las alteraciones emocionales que se producen en el campo de la psicología hospitalaria. En numerosas patologías crónicas, los enfermos y las enfermas pueden presentar alteraciones emocionales en función de los recursos psicológicos y sociales de que dispongan y en función de la percepción de control que tengan sobre su enfermedad. Ahora bien, no todas las personas sometidas a una experiencia aversiva, como puede ser el diagnóstico de cáncer o de cualquier otra enfermedad grave, desarrollan trastornos psicológicos asociados a la misma. El modelo de la Indefensión Aprendida también da explicación a este supuesto al defender que estos pacientes son precisamente los que disponen de recursos psicológicos suficientes para afrontar su enfermedad (Sellick y Crooks, 1999). Por tanto, la presente investigación parte del supuesto de que padecer una enfermedad oncológica es una situación aversiva e incontrolable (estresante) y que suele ser vivida por las personas que la padecen con angustia, tristeza y desaliento, dependiendo de su estilo cognitivo y sus habilidades de afrontamiento y solución de problemas (Massie, 2004). El objetivo que nos planteamos es doble, por una parte, estudiar la influencia de la incontrolabilidad de la enfermedad en el estado de ánimo y en la calidad de vida de un grupo de pacientes con cáncer de mama, comparándolas con pacientes con otro tipo de diagnóstico (gripe y fribromialgia); por otra parte, poner a prueba un programa de intervención cognitivo-conductual en un grupo de pacientes con cáncer de mama que les proporcione los recursos psicológicos adecuados para hacer frente a su enfermedad y prevenir así el estado de ánimo depresivo.