Virtud, posesión y placer en los diálogos de Platónuna propuesta interpretativa

  1. DOMINGO RIBARY, JOAN VIANNEY
Dirigida por:
  1. José Luis Miguel Jover Director/a
  2. Emilio López Medina Codirector
  3. Ventura Salazar García Codirector

Universidad de defensa: Universidad de Jaén

Fecha de defensa: 07 de junio de 2017

Tribunal:
  1. Juan Andrés Mercado Presidente/a
  2. Eduardo Alejandro Salas Romo Secretario
  3. Magdalena Bosch Rabell Vocal
Departamento:
  1. DERECHO PENAL, FILOSOFÍA DEL DERECHO, FILOSOFÍA MORAL Y FILOSOFÍA

Tipo: Tesis

Teseo: 539035 DIALNET

Resumen

El uso intercambiable de epistēmē, sophia y technē con el que Sócrates caracteriza el conocimiento moral y la virtud en los Diálogos socráticos implica que, desde que el conocimiento moral se dice de diversos modos, el sentido de la epistēmē y el intelectualismo que de ésta se deriva, difícilmente puede ser unívoco o adquirir un solo sentido. La epistēmē socrática y el intelectualismo, per se, de este modo, son dificultosamente reducibles a un único modo de saber, no siendo herméticos, sino inclusivos. En este sentido, se propone una aproximación a la epistēmē socrática, poco explorada, que permite mostrar las insuficiencias que surgen si la epistēmē es explicada desde un solo punto de vista cognitivo. También muestra cómo la epistēmē socrática permite acoger otras explicaciones, más allá de las más tradicionales. Se sugiere una aproximación a las virtudes en la que éstas son consideradas como potencias que se actúan y que generan estados que el agente moral posee. Este desarrollo de las virtudes adquiere continuidad, por otra parte, más allá de la ética platónica. La argumentación que se propone prosigue proporcionando evidencias para mostrar que este intelectualismo de carácter abierto se mantiene en la República, no siendo contradictorio con la reconocida psicología basada en la tripartición del alma. Y esta continuidad se argumenta a través de la distinción de tres relatos de la virtud en la República, dos de carácter intelectualista y parecidos a la caracterización de la virtud de los diálogos socráticos y el restante, fundado en la tripartición del alma, no siendo excluyentes entre ellos y asumiendo, por lo tanto, que todos ellos son legítimos para explicar la naturaleza de la virtud. Por otra parte, la consideración de las virtudes como potencialidades que se actúan y que generan ciertos estados se mantiene también en este diálogo, adquiriendo más intensidad, y mostrando que en la constitución de estos estados se distinguen también factores emocionales. En este sentido, el tratamiento del placer –cuestión a la que, como es conocido, Platón dedica frecuentemente su atención a lo largo de los Diálogos– exhibe la capacidad de perfeccionar las acciones morales. Esto permite, a su vez, una reconsideración respecto a la naturaleza del placer y su caracterización en un diálogo tardío como el Filebo, permitiendo que no sea considerado como un proceso o génesis, al menos respecto a algunos de los tipos de placeres, tales como los placeres morales e intelectuales. Estos placeres, en tanto que se hallan en estos estados de la posesión de la virtud y del conocimiento no pueden ser génesis. Argumento que, al distinguir Platón entre el ejercicio de la virtud y el conocimiento y la virtud y el conocimiento adquiridos, los placeres de éstos últimos no pueden ser génesis, en tanto que son placeres de estados poseídos, es decir, terminados o acabados, no pudiendo ser procesos.