El sentimiento de soledad en las personas mayores y su relación con la atribución causal y el afrontamiento

  1. Castro Blanco, Mª del Pilar
Dirigida por:
  1. Ana Martínez Pampliega Director/a
  2. Javier Burón Orejas Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Deusto

Fecha de defensa: 05 de febrero de 2016

Tribunal:
  1. Sacramento Pinazo Hernandis Presidente/a
  2. Silvia Martínez Rodríguez Secretario/a
  3. Andrés Losada Baltar Vocal
  4. Juan López Doblas Vocal
  5. Enrique Pallarés Molíns Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Como indica su título, esta tesis doctoral estudia la soledad en las personas mayores. La perspectiva adoptada para ello es psicológica y, concretamente, la de los modelos de discrepancia cognitiva, que la definen como una experiencia subjetiva y hacen hincapié en la importancia de la percepción que cada persona tiene de su propia red social y de su comparación con sus deseos de relación. Diversas circunstancias asociadas al envejecimiento aumentan la probabilidad de vivir situaciones objetivas que suponen cambios en las posibilidades de relación (como la jubilación, los problemas de salud, la pérdida de personas allegadas y de la misma edad…); sin embargo, la experiencia e incidencia de la soledad varía mucho de unas personas mayores a otras. Además, algunas superan los sentimientos de soledad con relativa facilidad, mientras que otras los sufren durante mucho tiempo, y se ha demostrado que el mantenimiento de esta experiencia en el tiempo se asocia con consecuencias negativas más allá del malestar que la caracteriza. Partiendo de ello, en esta investigación se estudian algunas variables que pueden aumentar la vulnerabilidad de las personas hacia el sentimiento de soledad y, en especial, dos que pueden tener un papel significativo en su mantenimiento a lo largo del tiempo: la explicación causal que las personas elaboran sobre la soledad (atribución) y qué creen que se puede hacer y qué hacen frente a ella (afrontamiento). Las conclusiones de la revisión teórica llevan a plantear cuatro estudios empíricos, que se realizan con personas mayores que viven en la comunidad (esto es, no institucionalizadas). El primero consiste en el diseño y puesta a prueba de un instrumento para evaluar el sentimiento de soledad de las personas mayores en nuestro contexto sociocultural. Su aplicación permite identificar tres dimensiones de la soledad: una soledad objetiva, vinculada con las características de la red social, con tener o no compañía; una soledad emocional, relacionada con la sensación de disponer de personas de confianza, que se preocupen y a las que poder recurrir en caso de necesidad; y una soledad social sintónica, referida a la satisfacción con las relaciones, a sentirse o no a gusto en ellas. A partir de los datos obtenidos con este instrumento se analiza la relación del sentimiento de soledad con diferentes variables sociodemográficas, de percepción de la salud y de frecuencia de contacto social. Así, el segundo estudio revela que la intensidad del sentimiento de soledad tiende a ser mayor entre quienes no tienen pareja, quienes viven sin compañía y en el ámbito urbano, quienes valoran peor su salud y quienes tienen menos contacto con personas con las que no conviven, aunque estas variables no predicen todos los tipos de soledad por igual. Sin embargo, existen dos variables, la relación con la familia y la edad, que tiene peso en la vivencia de todos los tipos de soledad. En el tercer estudio, se analiza cómo las propias personas mayores explican su soledad (atribución causal), cómo creen que se puede luchar frente a ella (afrontamiento posible) y qué hacen realmente cuando se sienten solas (afrontamiento real). Así, además de obtener información cualitativa sobre las causas y reacciones asociadas a la soledad, se observa que existe una distancia importante entre el afrontamiento posible y el real. Por otra parte, se detectan algunas diferencias en la forma de explicar y de afrontar la soledad entre las personas que se sienten más y menos solas. Finalmente, en el cuarto estudio, una nueva aplicación del instrumento para medir la soledad al mismo grupo seis meses después permite concluir que quienes se mantienen en niveles altos de soledad en las dos recogidas de datos se diferencian en su afrontamiento respecto a las personas que se sienten menos solas en ambas ocasiones, y que algunas respuestas de afrontamiento en son capaces de predecir la soledad en la segunda aplicación. A partir de estos resultados se formulan algunas conclusiones y orientaciones que pueden ser útiles para la comprensión del sentimiento de soledad de las personas mayores de nuestro entorno y sobre todo para su prevención y atención.