María de la Cruz O.C.D.(1563-1638) : mujer, escritora y mística

  1. Bueno Valdivia, María del Rosario
Zuzendaria:
  1. Mercedes González de Sande Zuzendaria
  2. Mercedes Arriaga Flórez Zuzendaria

Defentsa unibertsitatea: Universidad de Sevilla

Fecha de defensa: 2015(e)ko abendua-(a)k 11

Epaimahaia:
  1. Fausto Díaz Padilla Presidentea
  2. María Reyes Ferrer Idazkaria
  3. Daniele Cerrato Kidea
  4. María Belén Hernández González Kidea
  5. Francesca De Cesare Kidea

Mota: Tesia

Teseo: 395383 DIALNET lock_openIdus editor

Laburpena

María Machuca de Haro nace en la ciudad de Granada en 1563 y muere en Úbeda en 1638. Analizar su vida y su obra es entrar en las entrañas más íntimas de los Carmelos femeninos recién reformados. Teresa de Jesús había muerto en 1582, María de la Cruz, su nombre de profesión, entra en el Carmelo granadino en 1586, de la mano de fray Juan de la Cruz y allí está como priora Ana de Jesús, dos de las personas más influyentes para que el camino emprendido por la santa de Ávila no se pierda. La influencia de ellos dos y muy especialmente la de fray Juan de la Cruz será decisiva en la vida y en la obra de María. María de la Cruz es un alma de oración, una mujer con vocación religiosa clara y manifestada por ella desde su más tierna infancia. Cuando es recibida en el convento granadino ya es una mujer instruida. Desde pequeña ha asistido a la escuela y ha recibido una formación académica destacada. Conoce el latín y tiene una memoria prodigiosa, dos armas que ella se encargará de hacer notar cuando sus superiores pongan en tela de juicio sus conocimientos de las Sagradas Escrituras. Cofundadora del convento de la Purísima Concepción en 1595, desempeñará el cargo de priora durante cuatro períodos, y será en el claustro ubetense donde despliegue todo su saber hacer y decir. De su mano exploraremos las lecturas en el claustro y la situación bíblica en el Siglo de Oro español así como los Índices de libros prohibidos. Y de la lectura pasamos a la escritura conventual. Repasamos los diferentes géneros literarios que se cultivaban en el claustro y de los que María de la Cruz es un buen exponente, para situarnos en la escritura de las Vidas, género en expansión en este momento histórico y del que María nos ofrece dos manuscritos, la suya propia y la de Catalina María. María de la Cruz es también un alma de oración, alma tocada por el Espíritu de Dios, experimenta y nos comunica esta íntima relación de unión, y nos detenemos a explorar qué significa este término y su recorrido histórico, lo que nos permite insertarla dentro de una cadena de mujeres místicas que se desarrolló a lo largo de varios siglos en Europa y que tiene su culmen con Teresa de Jesús en España. De su extensa obra sólo nos han llegado sus manuscritos de madurez, sus primeros escritos, entre ellos sus Poesías Espirituales, fueron quemados por un provincial que no entendió cómo una mujer podía glosar el texto bíblico. Humilde hasta el extremo, utiliza la fórmula ¿del mandato¿ para desarrollar la necesidad y el placer que le produce la escritura. El lector siempre está presente en la obra de María de la Cruz, siquiera para que por medio de ella, alguien pueda ¿abrasarse de amor¿ al más puro estilo de San Juan de la Cruz, su maestro. Esta es la vida y la obra de María de la Cruz, una mujer del Siglo de Oro español, perteneciente a la Orden del Carmen Descalzo, escritora y mística.