Perfil del universitario andaluz con nivel equilibrado de competencia lectora

  1. Jiménez Pérez, Elena
Dirigée par:
  1. Antonio García Velasco Directeur/trice

Université de défendre: Universidad de Málaga

Fecha de defensa: 30 septembre 2014

Jury:
  1. Milagros Fernández Pérez President
  2. Cristóbal González Álvarez Secrétaire
  3. Juan de Dios Villanueva Roa Rapporteur
  4. Antonio E. Díez Mediavilla Rapporteur
  5. Eloy Martos Núñez Rapporteur

Type: Thèses

Teseo: 371521 DIALNET lock_openRIUMA editor

Résumé

nalizando la literatura científica, cabe destacar que se ha pasado del concepto de comprensión lectora al de competencia lectora sin prestar más interés a la relación que existe entre ambas ni a una definición aclaratoria de una en dependencia de la otra. La comprensión lectora es un concepto de moda cada campaña mediática que mueve PISA en los medios de comunicación, aún está relativamente reciente la de la campaña 2012, a pesar de no existir un consenso en su definición (Díaz, 1998, p. 37) ni corrientes claramente definidas al respecto. Asimismo, está demostrado que leer ayuda no solo a entrenar la comprensión lectora evitando así, en gran medida, el fracaso escolar, sino también a combatir enfermedades como el alzhéimer o la demencia senil, a potenciar nuestra capacidad de aprendizaje en general y desarrollar nuestro pensamiento, incluso a relacionarse con los demás con mejor nivel de asertividad. La etapa infantil es el punto de partida clave para entrar en contacto con el mundo de la lectura, «el bebé nace preparado para construirse a sí mismo de acuerdo con la experiencia», además «un ambiente de apoyo en el hogar y el inicio precoz son fundamentales en la formación de la competencia lectora de los niños», mientras que la etapa de la educación primaria es de vital importancia para crear el hábito lector —la gran mayoría de adultos lectores empezaron en esta franja de edad—. Además, ya se sabe que los alumnos con mejor competencia lectora adelantan hasta en un curso a los demás y también se demuestra la conveniencia de que el hábito lector sea precoz, desde la educación infantil, ya que al entrar en primaria se mantiene la ventaja con el resto del alumnado. Partiendo del estado de la cuestión, el presente trabajo pretende definir el perfil del estudiante universitario en Andalucía con una capacidad óptima de comprender lo que lee, basándose en la evaluación de su nivel de competencia lectora y relacionándolo con otros conceptos básicos como la inteligencia emocional y el cociente intelectual, que se han evaluado con test homologados. En el marco teórico, localizado en el capítulo I de la presente tesis, se ofrece un análisis de las principales definiciones existentes de competencia y comprensión lectora que desembocará en una definición sencilla de ambos conceptos y la relación inequívoca entre ellos, incluyendo los modelos evaluativos referentes. Además, entran en juego las definiciones y relaciones entre cociente intelectual e inteligencia emocional. Conceptos, estos, esenciales para estudiar la competencia lectora ya que incluyen parámetros que complementan y concretan la posibilidad de alcanzar un rendimiento adecuado en esta competencia como la madurez psicoevolutiva, la inteligencia emocional o el cociente intelectual, ya que se establece un continuo entre IE y CI, entendidos como marcador somático y función ejecutiva, como base de la inteligencia social. En el marco pragmático, recogido a partir del capítulo VI, para acotar este perfil de estudiantes universitarios con capacidad equilibrada en competencia lectora se tendrán en cuenta ítems como la IE, el CI, el entorno familiar y escolar, también la edad, el sexo, la ciudad o los hábitos de los estudiantes que se extraerán siguiendo un cuestionario, adaptado a este estudio, sobre hábitos lectores elaborado por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España en 2001, pero no se ha contemplado la posibilidad de diferenciar entre nativos y extranjeros para no extender el estudio. Con esta acotación se pretende demostrar la relación directa existente entre la competencia lectora, la inteligencia emocional, el cociente intelectual, el hábito lector y el entorno, principalmente. Estudiar la comprensión y la competencia lectoras desde estos puntos de vista afianza el interés científico en el campo, ya que los datos empíricos sientan una base informativa trascendental, también interpretable, sí, pero irrefutable. Sacar la comprensión y la competencia lectoras de la fase meramente teórica, como ya han venido intentándolo y consiguiéndolo otras tesis, determinará en un futuro muy cercano, casi ya presente, la dirección a seguir en las acciones educativas de los entes encargados de legislar sobre enseñanza y aprendizaje.